“Home Cooking” de Laurie Colwin: una lectura sobre la importancia de la cocina doméstica

Descubrí el libro Home Cooking de Laurie Colwin gracias al curso de escritura culinaria de Giulia Scarpaleggia (@julskitchen).

Colwin habla de la cocina doméstica, la que no se ve en titulares, que rara vez aparece en revistas gastronómicas, pero que sostiene la vida cotidiana. Una cocina hecha de acciones sencillas: hervir papas, cortar verduras, improvisar un guisado con lo que hay en casa.


Lo que más me atrapó fue su forma de escribir: Cercana y sin pretensiones. Como si mi comadre me estuviera contando sus aventuras en cocina, qué le salió bien o mal. Con humor y franqueza Colwin nos recuerda que no cocinamos en solitario y que estamos rodeados de quienes nos precedieron, de quienes nos acompañan ahora, y de quienes escriben recetas para compartir su saber.


La cocina como un lugar íntimo y personal

Este libro me hizo pensar en mi cocina materna, en la cocina de mis tías Leandra y Maritere, en las cocinas de las madres de mis amigos, en epifanías culinarias, en amores y desamores, en quienes han compartido su comida conmigo, en mi identidad, en mis errores al preparar algo y en el aprendizaje que me han dejado.

La fragilidad de lo cotidiano

Mientras lo leía, pensaba en la fragilidad de la cocina doméstica. En un mundo ideal, debería ser el centro de nuestra vida: un espacio de cuidado, nutrición y transmisión cultural. Sin embargo, es justo lo que más sufre el impacto del contexto:

  • La prisa y estrés

  • La precariedad, la falta de tiempo y de recursos

  • El peso desigual de las tareas domésticas

  • La desconexión con los ingredientes de proximidad y la falta de oferta de productos frescos cerca de nuestros hogares

  • Oferta de ultraprocesados

  • No saber cocinar ni todo lo que ello implica: Compra, planeación, gestión de presupuesto, conservación

  • La presión del exceso de información en torno la cocina y a cómo se debe ver lo que comemos

Todo esto hace que la cocina cotidiana, lejos de ser un lugar que alimente, nutra y se disfrute, se convierta en un territorio desconocido o complicado.

Un recordatorio necesario

Leer a Colwin me hizo confirmar que la cocina doméstica merece ser revalorizada, cuidada y protegida.
No es menor, no es secundaria: es la base sobre la cual podemos construir una alimentación más justa, sostenible y responsable. Allí empieza la verdadera transición ecológica: en el plato de cada día, en cómo elegimos y preparamos nuestros alimentos.

Como migrante y chef eco-responsable, me gusta pensar que cada vez que cocino estoy tejiendo puentes entre lo que aprendí en mi hogar, en mi país, en la escuela de cocina y restaurantes, y lo que hoy trato de practicar: una cocina sin pretensiones, alejada del “food porn”, hecha para cuidar de mí, de los demás y del planeta.

Un poco más sobre el libro

Home Cooking, no es un recetario sino una recopilación de ensayos, con algunas recetas muy hogareñas, memorias culinarias, anécdotas y reflexiones. La escritura es honesta y sin pretensiones.

Las recetas que comparte son de esas a las que recurrimos porque nos quedan bien, que son reconfortantes y con el sabor y el amor de la comida casera.

Colwin sostiene que cocinar no solamente es para talentosos sino una práctica que cualquiera puede aprender.

Hay partes del libro que han envejecido bastante como la mención de productos demasiado difíciles de encontrar y otras cosillas que incluso encontré desafortunadas. Pero muchas ideas siguen siendo vigentes como tener un equipo básico de cocina, la prueba/error y la aceptación de lo imperfecto o en términos de hoy “no instagrameable”.

¿Te despierta curiosidad leerlo?

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